Lo sospeché desde siempre y comencé a ser testigo hace mucho. Las grandes organizaciones (los gobiernos, principalmente), aplican a la solución de cualquier problema un monto enorme de recursos, aunque no sea necesario. A grandes problemas, grandes inversiones, parece ser el eslogan. La verdad es que esta táctica, en un buen porcentaje de las veces, falla miserablemente.
¿Por qué? Porque parece que hay un patrón extraño en la solución de grandes problemas: la desproporción. Grandes problemas son resueltos, muy a menudo, con “pequeñas” soluciones.
¿Qué funciona mejor para controlar la velocidad en una carretera, un sistema de radar con múltiples puntos de control y policías de tránsito o un simple cartel electrónico que nos dice la velocidad a la que vamos, acompañada de un emoticon feliz o triste (según estemos violando la ley o no)? Sorprendentemente, la segunda.
El ejemplo puede parecer ridículo, pero si alguna vez trabajaste en alguna organización más o menos grande, habrás observado como los planes y estrategias más costosos tenían poco o nulo efecto sobre los objetivos buscados, mientras que pequeños cambios y ajustes en la forma de hacer las cosas, a menudo traen efectos desproporcionadamente grandes (y positivos).
Es natural que tendamos a buscar las soluciones más grandes y costosas cuando el problema es de las mismas proporciones. No siempre es lo más efectivo. Hace poco recomendé esta herramienta para ayudar a utilizar los recursos, especialmente el tiempo.
Pero toda esta letanía viene a cuento de la persona que ha popularizado más esta idea de la desproporción de medios y resultados (al menos en los últimos años): Rory Sutherland, Vicepresidente de Ogilvy Group.
En esta charla TED que dio hace unos años desarrolla más la idea con mucho humor y toneladas de sentido común.
Y para los que estén interesados en material en inglés, este es su último libro.