Para innovar de verdad no siempre se puede esperar a tener todas las autorizaciones. A veces para convencer de la utilidad de un nuevo producto, proceso o idea de negocio, necesitamos mostrar algo antes. Para eso sirven los submarinos.En una empresa en la que trabajaba hace unos años comenzamos a llamar “submarinos” a los proyectos que creábamos sin una autorización o pedido expreso. Estaban “bajo el radar” y nos servían para hacer una prueba de concepto antes de presentar la idea formalmente.
Algunas de nuestra mejores creaciones surgieron de esos submarinos que, por supuesto, en el momento adecuado tenían que salir a la superficie.
Lo bueno de un submarino es que te permite mostrar no una idea en un powerpoint, sino cuanto menos un experimento en marcha. Un prototipo, algún resultado.
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Es lo que mismo que te suele pedir un business angel cuando escucha tu presentación: “¿ya tienen tracción?”. Todos quieren ver algo, saber hasta donde avanzaste.
Por supuesto, la gente en general le tiene bastante miedo a todo lo que no sea explícitamente autorizado. La verdad es que, como dice Michael Schrage en este artículo de HBR, hay que pensar en ella más como un proyecto no documentado.
Para crear un buen submarino tienes que tener:
- Recursos. Siempre es bueno, si se puede, disponer de algún mínimo fondo para estos experimentos. Y en algunas empresas hasta es posible solicitarlos. A veces, por el contrario, es necesario reasignarlos de otros usos o incluso ser creativos para utilizar la menor cantidad posible.
- Discreción y timming. Esto no se hace en contra de la empresa, se hace a favor de ella. Pero el momento para sacar a flote el submarino debe ser calculado cuidadosamente. Demasiado rápido puede arruinarlo todo.
- Capacidad de comunicación. Eso incluye, llegado el momento adecuado, la capacidad de explicitar que creaste un submarino, porqué lo hiciste y qué resultados alcanzaste. La recepción casi con seguridad será mejor de lo que esperaste.
Un submarino, con mayor o menor grado de éxito, muestra la iniciativa de un equipo, su interés por mejorar y agregar valor a la empresa y su determinación por llevar a cabo la prueba.
Nunca tuvimos una mala respuesta por un submarino, ni siquiera por el hecho de que hubiésemos comenzado un trabajo de manera “discreta”. Con el tiempo se supo y se aceptó que era una metodología de trabajo y que el objetivo era reunir información dura para evaluar la viabilidad de un proyecto.
Al final, todos sabían que había submarinos. Sólo esperaban a ver cuando emergía alguno.