Una buena parte de las personas e instituciones que promueven la creación de empresas nuevas (start ups, emprendimientos, llámalas como quieras), lo hace planteando que las “grandes corporaciones” son una especie de monstruos que te extraen tu creatividad y energía como si fueran la versión empresaria del chupacabras. ¿De dónde salió esa idea?
Es como si el promover algo bueno y positivo (que cada vez más personas puedan crear valor y expresarse a través de sus propios trabajos y empresas), requiriera al mismo tiempo pintar una imagen negativa de su contracara: el trabajo en una gran empresa.
Esto se da todavía con más fuerza cuando no sólo se habla de emprendedores tradicionales, sino de emprendedores “lifestyle”, aquellos que buscan no tanto maximizar el crecimiento o los ingresos de su empresa, sino su propio bienestar y satisfacción.
Me refiero, por ejemplo, a la multitud de bloggers y emprendedores que han creado y/o ayudan a crear negocios de “ingresos pasivos” basados en la web, empresas que no dependen de su localización (obviamente también basadas en la web) y en general actividades que permiten armonizar muy bien trabajo y estilo de vida.
Algo como esto 😉
Yo mismo no sólo formo parte de esa gran tendencia, en muchos aspectos, sino que la promuevo. Sin embargo, también entiendo y conozco “el otro lado”. El de las personas que trabajan en una empresa o una organización más o menos grande, pero que no por eso se consideran grises, conformistas o faltos de iniciativa.
Tienen el mismo interés por innovar y por crear proyectos y productos nuevos, que cualquier emprendedor. Tienen pasión por hacer las cosas mejor y, más que nada, entienden que en realidad no dependen de nadie más que de ellos mismos.
¿Cómo es eso? Bueno, son las personas que se han dado cuenta (o están en ese proceso) que en realidad, como dice el fundador de Linkedin Reid Hoffman, ellos son su propia empresa y tienen que tratar su carrera como su propio negocio.
Su mentalidad y sus habilidades son las de un emprendedor, pero su ámbito de acción son las empresas de otros, no su propio start up. En pocas palabras: son intrapreneurs.
El intrapreneur actúa dentro de una empresa con la mentalidad y las habilidades de un emprendedor.
Estas son las personas que entienden que las grandes empresas no son los villanos del mundo económico, sino que en un mundo que cambia a gran velocidad hacen lo mejor posible dentro del las circunstancias y con las herramientas que tienen.
No es que las empresas no ofrezcan más estabilidad laboral de por vida porque son sádicas y avaras con sus empleados, es que ya ninguna empresa tiene un horizonte estable de 40 o 50 años, como tenían antes muchas, para poder asegurarle a sus empleados que se queden tranquilos por ese tiempo.
El mundo cambia para todos.
Ese es el mundo en el que hay que moverse y en el que mueve el intrapreneur, lo estable, lo permanente, su horizonte, no es un su empleo, es su carrera. Y para moverse con efectividad en ese mercado laboral inestable y cambiante lo que tiene que ofrecer no son horas de su vida, son soluciones. Exactamente igual que un emprendedor.
Con respecto a los talentos individuales y cómo se aprovechan o desaprovechan en las empresas, es cierto que muchas de ellas ponen a sus mejores recursos a desarrollar tareas que no aprovechan ni el 10% del talento que tienen. Lo he visto de primera mano.
Pero también es cierto que muchas otras se han dado cuenta de esto y saben que en aprovechar mejor la capacidad y creatividad de su gente les va la vida. Así de simple. O se adaptan o desaparecen.
De la misma forma que el emprendedor se ha transformado en un personaje socialmente apreciado, el intrapreneur (un poco más rezagado) va por el mismo camino.
La vida no puede resumirse entre optar por crear y perseguir tus sueños (en tu propia empresa), o consumir tus días esperando el viernes mientras protestas todo el día contra la gente que te paga el sueldo.
Hay otra opción y se trata de actuar como un emprendedor, pero dentro de una estructura empresaria.
Hay cinco cosas que son imprescindibles para moverse con soltura en este campo:
- Conocerse. Saber cuáles son nuestras mejores facultades y el puesto en el que mejor jugamos. Eso es lo que tenemos para ofrecer, en principio. ¿No sábes cuáles son tus fortalezas? Bueno, se averiguan igual que lo hace un emprendedor. Las habilidades son tu perfil económico, es algo genérico. Aquí tienes un test para averiguarlo.
- Confianza. Cuando sabemos en qué somos buenos actuamos con mayor seguridad. Y en un entorno de cierta incertidumbre esto es fundamental. La confianza te anima a hacer propuestas, te permite hacerlo de manera más convincente, te permite ver oportunidades que de otro modo no verías.
- Detectar problemas. Lo que vamos a ofrecer no es encerrarnos voluntariamente durante ocho horas por día, sino resolver problemas o necesidades concretos de la empresa. Este es el arte de la observación. Es poner al servicio de la mejora de la empresa tus propias capacidades y experiencias, que las tienes. Es, fundamentalmente, una cuestión de actitud. Tu nueva actitud.
- “Vender” una idea. Saber proponer un proyecto, una solución a un problema. Una mejora. Ese es el valor que agregamos. Pero si no sabemos venderlo, no tenemos nada. Todo comienza con confianza, claro, en tu capacidad y en la propuesta. Pero hay, además, muchos “trucos” para vender mejor, para comunicar mejor, para persuadir. Igual que los que usa un emprendedor.
- Aliados. Nada se hace sólo. Mucho menos dentro de una empresa y uno debe saber tejer sus propias alianzas y obtener el apoyo de muchas personas clave. Por otro lado, la resistencia al cambio es algo normal y los celos y desconfianzas también. Es necesario tener aliados y trabajar en equipo. La misma red de contactos que desarrolla un emprendedor, pero comenzando “dentro” de la empresa.
Esto es un esbozo de las herramientas y habilidades que hacen falta. En otros artículos los iré desarrollando más.
Pero lo más importante para mi es que recuerdes esto: emprendedor o intrapreneur vale lo mismo. Crea valor y toma el camino que más te guste.