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Google hace con Waymo lo que Microsoft hizo con Windows.

Google ha confirmado recientemente que su proyecto de coche sin conductor se ha transformado en una nueva unidad empresaria llamada Waymo.

Como se especulaba han hecho explícito que su intención no es fabricar coches (al estilo de Tesla), sino completar el desarrollo del software y el sistema de conducción autónoma, para luego ofrecerlo a los fabricantes de vehículos.

Esta movida, muy similar a la estrategia de Apple, les ha permitido expresar la visión de su compañía de una forma muy precisa: “No estamos en el negocio de hacer coches mejores, sino de hacer mejores conductores”.

Parece que el futuro de la industria automovilística traerá el mismo tipo de cambios que trajo la industria informática en los ochenta. Hasta que Microsoft lanzó la primera edición de Windows en 1985, lo normal en las empresas de IT era fabricar tanto su propio hardware como su sistema operativo. En ese momento las empresas en la industria estaban “verticalmente integradas” y así funcionaba (y funciona) Apple, por ejemplo.

La revolución de MS fue “crear”, de algún modo, la industria del software al especializarse solamente en escribir y vender software para ser utilizado en PCs de IBM o sus clones.

Google (o mejor dicho su matriz, Alphabet), parecen apostar a algo similar. No tienen interés en mancharse de grasa para fabricar automóviles (como el bueno de Elon Musk, el Steve Jobs de nuestros días), sino que prefieren ser el Bill Gates de la era del coche autónomo.

Curiosamente, esta vez Apple apuesta a lo mismo. Vender software y no hardware (coches).

Esta revolución de la industria automotriz viene acompañada, además, de otros dos tsunamis. En primer lugar Tesla fabrica, antes que coches autónomos, coches eléctricos. Ese es su core. Y en segundo lugar, tanto Tesla, como Google, y otros jugadores, están apostando al mercado de los coches compartidos (la versión sharing economy del transporte urbano).

Es decir el cambio no es sólo de la tecnología de transporte (con el avance de los coches eléctricos), o de conducción (autónomos), sino también del modelo de negocio (poseer un coche vs. contratarlos por viaje).

Está claro que son demasiados cambios y demasiados jugadores de peso como para desconocer que el sector automotriz será irreconocible en pocos años.

Como le sucedió a la informática.