Ayer después de la última reunión que teníamos agendada en el Embarcadero, me escapé hacia el Museo de Arte Moderno de San Francisco. Pocas cosas hay tan estimulantes! Había un par de exhibiciones especiales. Una era la del Islandés Olafur Eliasson. En la foto pueden ver una instalación de él. Es una especie de habitación circular, creada con un paño que está iluminado por delante y por arriba con una luz estroboscópica que va combiando de color frecuentemente. Uno ingresa y se para mirando al paño de cerca…. y se pierde! Es como si te envolviera la luz y alcanzás a ver unas manchitas en el aire que se mueven rápidamente. Esas manchitas en realidad son partículas que están flotando en el líquido óptico, las tenemos todos pero en condiciones normales no se ven.
Que más les puedo decir. Ingresé a una cámara que está a -10 grados centígrados, donde la obra de arte de este artista es… un auto a hidrógeno congelado. El tipo le sacó toda la carrocería y lo roció con agua para luego congelarla. Le creó una carrocería de hielo. Uno entra con una frazada encima y a los cinco minutos ya quiere salir. Pero Olafur se sale con la suya. Quiere llamar la atención sobre los problemas ambientales, especialmente el vínculo entre los automóviles, la emisión de gases invernadero y el calentamiento global. Y el tipo lo vive de cerca, porque en su país ve como los glaciares se reducen (se van derritiendo) año a año, igual que en la Patagonia. En otros casos lo que ha hecho son unas excursiones (nocturnas!) a los glaciares, para fotografiarlos, especialmente las cavidades que va creando el agua que se ha ido derritiendo. Las fotos son fascinantes.
En fin, podría escribir hojas y hojas sobre esa exposición o sobre las colecciones permanentes del SFMOMA. Un estímulo para los sentidos!