La revista Valor Sostenible (www.valorsostenible.com) me hizo una entrevista sobre la Responsabilidad Social Empresaria (RSE). Me encanta el tema, aunque no siempre comparto todo lo que se dice de ella. ¿Está realmente cambiando la economía? ¿Qué es la RSE “culposa”? ¿Es una moda? Estas son las preguntas y esto lo que contesté:
1- Cómo integran la RSE y la sustentabilidad a las teorías económicas existentes?. O si en función de la RSE se están generando nuevas.
2- Qué posición toman los economistas frente a la RSE? Es una cuestión de moda o algo pasajero o si por el contrario tomará el mismo impulso que en Inglaterra y Holanda?
3- Se está dando un cambio de paradigma? Existen movimientos en nuestro país que ya están postulando nuevos conceptos.
4- Estamos ante una nueva forma de libre mercado o ante una nueva forma de hacer negocios?.
5- Es el sector empresario el que ha venido trabajando en el tema. Es decir, no hay una teoría formal al respecto. ¿No es un impedimento para el empresariado no tener una teoría formal o un método en el cual basarse?
(contesto todas juntas) Existen distintas visiones sobre la RSE. Para algunas personas definitivamente es una moda o un instrumento de imagen corporativa. Para otros, la RSE esconde una actitud culposa. Aún personas con las mejores intenciones parten del presupuesto que toda actividad empresaria es moralmente reprochable e incluye algún tipo de explotación, más o menos encubierta. A veces, en las mismas empresas se encuentra este tipo de pensamiento. En mi opinión, esta variante falsa de la RSE es peligrosa, porque mina el proceso de creación de riqueza, que es empresarial. Estemos hablando de pequeños artesanos o de grandes corporaciones.
La creación de riqueza no tiene porqué ser ilegítima (aunque muchísimas veces lo sea). Como no tiene porqué ser ilégítimo el ejercicio de la medicina o del oficio de plomero. Si deslegitimamos socialmente a la actividad empresarial (pensando que hay “corregirla” o “suavizarla” a través de las donaciones de las empresas), que es mala per se, estaremos dinamitando las bases de nuestro propio progreso. Es difícil que los mejores talentos, los mejores cerebros y los mejores corazones de una sociedad se dediquen a una actividad que sea tan poco estimada socialmente. ¿Cómo lograríamos que nuestros hijos quieran ser empresarios?
En última instancia, creo que sospechamos tanto de la actividad empresarial porque entre nosotros prima una visión extremadamente competitiva y de oposición de intereses. Al hablar de empresas y negocios no hacemos foco en el acto creativo que encierra, sino en la competencia, la lucha y la oposición de intereses. Ambas son formas de obtener dinero, pero la primera (la creativa) no sólo es mejor desde el punto de vista moral, sino que es más eficiente.
Lo explico: si la actividad empresaria se entiende como un proceso creativo donde priman las relaciones estre individuos y entre grupos, donde la confianza y la reputación son el combustible y los engranajes del motor, entonces se ve que la mejor forma de generar riqueza es entender a la empresa como una suma de vínculos. Entre empleados, proveedores, clientes, accionistas y el resto de la comunidad en la que se desenvuelve. Numerosos estudios demuestran que hay una alta correlación entre fidelidad de los clientes y fidelidad de los empleados hacia la empresa. Esto no es casual. Ese nexo de contratos (informales) y de relaciones, desarrollados y nutridos durante años, le da a la empresa la razón de su productividad, capacidad de innovación y un activo diferenciado enormemente valioso que incluye su valor de marca. Es por este motivo que la RSE es mejor negocio. Por esto vale la pena. No importa el rótulo que le pongamos. Esta es la esencia. Es una forma mejor, más eficiente, de hacer negocios. Y no va en desmedro de ningún grupo. Es la esencia de la economía entendida en el sentido más elevado: más para todos. Más progreso para todos.
El tiempo dirá si la RSE le prestará a la humanidad el valiosísimo servicio de reconciliar a la actividad económica con la noción de progreso. De progreso científico. De progreso cultural. En suma, de progreso social.
En mi opinión, sí se está dando un cambio de paradigma. Pero este cambio de paradigma está relacionado con los valores y las percepciones sociales de lo que es correcto y lo que no lo es. Las demandas de las personas, en tanto votantes y en tanto consumidores vehiculizan, hacen posible, este cambio de paradigma. No veo un cambio de paradigma económico. De todos modos, la economía de mercado no funciona en el vacío. Nunca lo hizo. Funciona dentro de ciertas instituciones y reglas de juego. Y es posible que también estemos asistiendo a cambios graduales en las reglas de juego que perfeccionan el funcionamiento de la economía y recogen la visión de que la creación de riqueza no tiene que estar escindida de una perspectiva ética más abarcadora.
Pero, en última instancia, son las personas las que profesan valores. No los sistemas económicos. No hay sistemas económicos “solidarios”. Son las personas las que son solidarias o no. Por eso conviene seleccionar los sistemas y los modelos económicos según la utilidad que nos reportan. Pero no es recomendable idolatrarlos o ponerlos por encima de nosotros mismos.
Siguiendo esta línea de argumentación, creo que la teoría económica que más cerca está de integrar en su seno a la RSE, es el enfoque de la stakeholder economy (al estilo del economista inglés John Kay). Sea o no esta teoría o enfoque la más adecuada, los empresarios no encuentran en esto ningún impedimento. Fue Adam Smith el que observó a los empresarios para desarrollar sus teorías, no al revés. Los economistas aprendemos de los empresarios y de los consumidores. Las teorías vienen después.