Primero fue el crowdfunding, en el que las masas nos proveían el trabajo o insumo que necesitábamos. Luego vino el crowdfunding, en el que nos financian la empresa o nuestro nuevo producto. Finalmente llegó el crowdmarketing, en el que las masas (o mejor dicho, algunos dentro de esas multitudes) nos ayudan a promocionar nuestros productos.
El concepto es simple: para una gran empresa es relativamente fácil hacerse el respaldo que se obtiene por la recomendación de una celebridad. Cristiano Ronaldo nos puede recomendar una afeitadora y Leo Messi una aerolínea o un teléfono celular.
Sólo hay dos problemas:
1. No todas las empresas tienen un presupuesto para pagarles a estos chicos. No son baratos.
2. Aunque Messi tiene millones de fans en todo el mundo, sólo un porcentaje de ellos pueden llegar a estar interesados en viajar en esa aerolínea o están buscando un nuevo celular para comprarse. Es decir, se paga mucho para llegar sólo a un subsegmento de esa audiencia.
¿Cuál es la solución? Pagar mucho menos dinero por alguien que sea influyente, es decir que tenga su propio grupo de fans, pero que ese grupo sea, aunque menor que el de la superestrella, mucho más relevante para nuestros objetivos.
En pocas palabras, Crowdmarketing es una mezcla de crowdsourcing con social media marketing, en el que en lugar de hacer crecer (lentamente) nuestros seguidores o contactos nos beneficiamos con los seguidores y contactos de otras personas que ya tienen una llegada a nuestro público objetivo.
Como siempre, se puede argumentar que lo esencial de este sistema no es tan nuevo (conseguir personas influyentes que recomienden nuestro producto) y es cierto. Lo nuevo (también como siempre 🙂 ) es cómo usamos los medios sociales para apalancarlo.