Pongan “Matisyahu” en un buscador de Internet y recibirán una lista de ofertas comerciales, incluyendo ringtones y videos. Pero ¿quién es Matisyahu (Matis, para los amigos)? Hasta que se convirtió al judaísmo jasídico era Matthew Miller, un chico norteamericano más. Algo problemático, eso sí, pero fanático de Bob Marley y los Grateful Dead. Hoy es una estrella del ¿rock? que no canta después de las 20 hs, por precepto religioso. En el escenario viste de traje negro, camisa blanca, sombrero y usa barba larga, pero cuando comienza la música se mueve como un auténtico rapero negro mientras frasea sus letras religiosas sobre una base de reggae.
Su último disco, “Youth”, vendió más de 100.000 copias en la primera semana, sólo en los EEUU. Matis es un ejemplo de lo que nos depara el mercado mundial de la cultura y el entretenimiento: una ensalada con cada vez más ingredientes.
El tango, por ejemplo, era cosa de guapos, de argentinos bien argentinos, hasta que la globalización metió la cola. Primero fue Piazzola, que ya había hecho bastante lío, pero ahora nos lo han devuelto convertido en ¡tango electrónico! Gotan Project es el trío-ícono del nuevo género y ha incluido en su último CD, “Lunático”, la participación de un grupo argentino poco conocido: Koxmoz. Ellos hacen hip hop en castellano aunque, lejos de las tan comunes impostaciones “latinas”, dicen “shuvia” o “shanto” cada vez que pueden.
Ecléctica y tecnológica
Si algo parece definir la industria cultural (especialmente la discográfica), de comienzos de siglo es la disposición de herramientas tecnológicas y comerciales que antes eran impensables y la multiplicación de propuestas eclécticas, donde las posibilidades de mezclar ingredientes culturales (o aún religiosos), es infinita.
Koxmoz, por ejemplo, tiene su propio blog (un tipo de sitio web), donde es posible escuchar y eventualmente comprar su música, sin que dejen de ser un grupo de culto y bastante underground. Juana Molina, la ex actriz cómica, no se cansa de triunfar y recibir premios en EEUU, aunque en Argentina no es tan conocida su faceta musical. ¿Su secreto? Graba y fabrica sus propios CDs en su estudio casero, los que luego hace distribuir por compañías grandes bajo acuerdos específicos. Se auto-produce.
Las herramientas para producir y vender cultura están cada vez al alcance de más gente. Y paralelamente, una gigantesca audiencia mundial está ávida de cosas nuevas, de mezclas raras y de productos dirigidos especialmente a ellos. Del mismo modo que en la industria del software, abundan los nichos a ocupar y no es imposible alcanzar los mercados internacionales desde el living de tu casa.
Cada vez es más fácil vender música on line para melómanos de gustos especiales y poner un video en Internet no es un gran desafío. Del otro lado de la pantalla están los norteamericanos, españoles, franceses, mexicanos o chinos que quieren saber del nuevo grupo o solista que ha hecho algo verdaderamente original. Ya no es necesario emigrar para encontrar promoción y una compañía grabadora que confíe en nosotros. Buenas noticias: la industria cultural está a punto.
Publicado en La Capital