Hasta ahora, como habrán visto, mantenía un prudente silencio sobre el omnipresente tema de la crisis financiera global. ¿Cómo transmitirle a la gente que me pide una opinión que el problema es considerable, pero no hay que entrar en pánico? ¿Cómo lograr que vuelvan a pensar en lo que pueden hacer, en lugar de quedarse congelados por el miedo, a la espera del próximo noticiero o la actualización on line del diario?
Algunos de mis colegas dedicados a la macro han vuelto a facturar tupido, ahora que regresan al ruedo en el papel que más les gusta: el de predicadores medievales que relatan visiones de infiernos próximos y muchos años de penurias.
Yo, que detesto el comercio del miedo y el engaño, meditaba cómo traducir, en el lenguaje sencillo y entretenido que prefiero usar, las complejidades de la crisis, sin desalentar pero, sobre todo, poniendo esta comedia tragicómica en su justo lugar. Bajando de su pedestal a unos cuantos fantoches económico-financieros, de expresión grave y trajes oscuros, pero que no son más que apostadores supersticiosos, embaucadores seriales.
Y entonces me llegó este video que explica, en lenguaje sencillo, ameno y con un humor corrosivo, la crisis subprime y sus oscuros orígenes. Aviso que no sólo destila un finísimo humor inglés, sino un tufillo seudo racista que no me gusta, pero que es parte de la película, del personaje. Es ameno, es divertido, es por momentos hilarante, pero, créanme, aunque exagerado, en esencia es cierto. Es tan riguroso como puede ser un diálogo de 10 minutos para explicar un problema de “altas finanzas”.
Por favor, véanlo. Y luego sigamos hablando de cosas más constructivas… 🙂
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