Este es un texto de Juan Manuel Vargas, del libro Alma Invisible. Me lo envió Miguel Coranti, de Alto Rumbo. Donde dice “utopía” si quieren pongan “sueño emprendedor”. Funciona igual 🙂
La utopía
Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la Utopía? Para eso sirve: para caminar. Es el verdadero valor de los sueños, es su función. Son combustible, materia, causa, leiv motiv, o lo que se quiera. Es la sensación de la zanahoria y el burro. El burro sabe muy bien que no la tocará, sabe que la pusieron para que camine y camina porque él quiere.
Yo soy un burro de mil zanahorias. Me enfilo en senderos, escarpados unos y más livianitos los otros, pero me meto en marcha porque es lo que me mantiene motivado. Se dijo que no somos el destino, sino el viaje. Y es esa la verdadera razón. Tomarse la vida como un juego de cartas, sólo hay que ordenarlas. Una vez que están todas en su lugar lo que resta es desordenar todo, ponerlo patas arriba para volver a jugar.
Y el secreto está en no cansarse jamás de jugar. El juego es la capacidad de mantenerse motivado y de hacer las cosas con ilusión, levantarla cada día. Hacer, vivir, jugar y soñar, siempre soñar. Y buscar Utopías, ir hacia ellas. Los sueños no necesitan ser realizables ni cortos ni tangibles. Los sueños tienen que ser apasionados, merecen ser enormes, nos tiene que ir la vida en ellos. Y serán nuestros sueños los que nos moldeen en el viaje.
Hay una maldición árabe que dice: “Ojalá se te cumplan los sueños”. Es que no puede haber nadie más inútil que un hombre sin sueños. Busquemos la realización personal en causas enormes, en ideas inmensas, en ayudar a los que ya nadie quiere ayudar. En cambiar las cosas, patearlo todo y decir: “Esto se puede hacer”. Y arremeter con todas las fuerzas. El camino está hecho para quienes quieren caminar, no para los que miran desde un costado. Hay muchos caminos, elijamos el nuestro, no aceptemos jamás un “No” por respuesta, intentémoslo. La vehemencia del optimismo ha generado los grandes cambios del mundo.
No porque vivamos bajo un mismo cielo, tenemos que tener el mismo horizonte.