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La era de los intangibles

singapur_bei_nacht.jpgEn Octubre de 2005, Procter & Gamble completó la compra de Gillette por 53.400 millones de dólares, la transacción más grande hasta el momento en el sector de bienes de consumo. Más de 2.700 millones de dólares se pagaron exclusivamente en concepto de tecnología y patentes. El concepto amplio de activos intangibles (incluyendo marcas), ascendió a 29.700 millones, es decir un 56% del valor total de la compra.

El 62% del valor económico que generan las empresas del mundo que cotizan en bolsa es intangible. En sectores como el automotriz (antaño definido por su dependencia de materias primas como el caucho o el acero), ese porcentaje llega al 80%, no muy alejado de sectores “intrínsecamente intangibles” como el de los medios de comunicación (91%) o las compañías farmacéuticas (89%).

 La mayor parte de la producción en la economía moderna responde a la aplicación de activos intangibles, no de insumos físicos tradicionales. La posesión de patentes, licencias, métodos de organización de la producción, marcas y otros activos intangibles tiene mayor peso en la producción que la posesión de reservas estratégicas de materias primas.

Incluso para los países en desarrollo el valor del conocimiento es crecientemente determinante. La India es el segundo país del mundo por incidencia de activos intangibles en su economía, después de Suiza. Esto se explica en gran parte por el peso que tienen las empresas de software en su estructura productiva.

El fin de la Era Industrial y el advenimiento de la Sociedad de la Información han determinado que las principales palancas del crecimiento económico sean la tecnología, el uso de la información y la creatividad humana puesta en beneficio de mejorar las dos primeras.

Aún en una provincia esencialmente agroindustrial es el desarrollo tecnológico el que explica la mayor parte del crecimiento. Los records de producción agrícola deben mucho al uso intensivo de la biotecnología (semillas transgénicas), técnicas avanzadas de manejo de suelos (siembra directa), maquinaria moderna y fertilizantes y herbicidas más efectivos.

¿Cuántas pruebas más necesitamos? La conclusión no es esquiva: el principal bien de capital de la era actual es el cerebro humano.

Erróneamente, solemos analizar las fortalezas y debilidades de esta provincia exclusivamente en términos de recursos naturales: cursos de agua, tierras, bosques. Indudablemente esas son ventajas y correctamente utilizadas pueden ser un gran punto a favor.

Pero recordemos, los países más desarrollados de la tierra son con llamativa frecuencia aquellos que menos recursos naturales tienen. Los recursos naturales son buenos, pero sólos no alcanzan.

¿Pasará mucho antes de que nos demos cuenta que la mejor política económica en esta tierra (como en todas), no puede estar escindida de la política educativa y la científica? Ya entramos de lleno en la era de los intangibles.  ¿Estamos preparados?

Eduardo Remolins
eremolins@surnorte.org.ar