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Innocentive: el laboratorio de I+D más grande del mundo

En 2001 la compañía farmacéutica americana Eli Lilly afrontaba una situación incómoda. La patente de su producto estrella (el antidepresivo Prozac) estaba pronta a vencer y con ella se esfumaría una de sus principales fuentes de ingresos.

En principio, reaccionó como lo haría cualquier otra empresa de su sector: se preparó para un esfuerzo especial de investigación y desarrollo (I+D), que la llevara a descubrir y patentar otro éxito de ventas.

Sin embargo, por algún motivo (quizás para buscar una forma alternativa de innovación que presionara menos sus presupuestos en el futuro), Eli Lilly decidió probar también algo nuevo.

Ese “algo” fue Innocentive, una herramienta para obtener ideas, desarrollos e innovaciones desde AFUERA de la empresa. Innocentive se creó como una empresa independiente, pero de propiedad exclusiva de Eli Lilly.

Innocentive significa, como su nombre lo indica, “incentivos para la innovación”, y fue concebida con el modelo de los “cazadores de recompensas”. De hecho, originalmente se había pensado en un nombre que hiciera referencia a ese modelo del viejo oeste :-).

Básicamente es una plataforma que vincula a empresas con ciertos problemas o necesidades y “solucionadores” (muchos de ellos científicos o ingenieros, aunque no todos). Las empresas “postean” sus problemas o los desarrollos que necesitan hacer (generalmente partes de un nuevo producto) junto con un precio ofrecido a quién lo logre, y los solucionadores se postulan para resolverlo (y ganar el premio, obviamente).

Los premios o recompensas varían entre los US$ 5.000 y los US$ 1.ooo.ooo.

El éxito de esta plataforma fue tan rápido y tan sorprendente que en 2005 se independiza de su empresa madre y consolida una cartera de clientes entre los que se cuentan Procter&Gamble, la Fundación Rockefeller y hasta la NASA. Su red de “solucionadores” ya supera los 200.000 en más de 200 países.

Innocentive ha generado inclusive la aparición de una clase diferente de profesión, podríamos decir: el “científico freelance”. Este hecho no ha estado exento de controversia (como todo  lo relacionado con el crowdsourcing), ya que hay quiénes consideran, dentro de la comunidad científica y fuera de ella, que el intercambio económico no es justo ya que la mayor parte del riesgo corre por cuenta de los solucionadores.

Esto es cierto, de hecho es uno de los puntos atractivos para las empresas que participan. Pero también es cierto que miles y miles de profesionales y científicos en el mundo aprecian la libertad y el estilo de vida que les proporciona el sistema (no hay horarios ni ninguna obligación formal. Por otro lado, nada les atrae más que un desafío, y muchas veces la principal motivación no es el dinero. Finalmente, muchos solucionadores no han abandonado sus puestos de trabajo en la academia o inclusive en otras empresa (si no son competencia directa de las que ayudan en la web) y utilizan las recompensas como complemento de sus ingresos.