Emprendedores a rayas

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Cristian Bergmann me contó hace poco de este tema. Me pareció tan interesante que sobre esto (los emprendedores de la cárcel), hice mi columna de La Capital. Aquí va:

Esta es una idea provocadora: mucha de la gente que llega a prisión lo hace con un importante background empresarial, han sido “gerentes” de empresas que podrían llamarse altamente exitosas, aunque dedicadas a negocios ilegales, como la venta de drogas. Pero, ¿que pasaría si a esos líderes dedicados al delito se les proveyeran las herramientas para desarrollar empresas legítimas? ¿Podrían aplicar sus capacidades de organización a la generación de riqueza de forma legal? En términos más generales: ¿podría ser la promoción del emprendedorismo una herramienta para la reinserción social de los presos?

Estas preguntas seguramente horrorizarán a más de uno pero de hecho existe alguna evidencia de que las respuestas son positivas. PEP (Programa de Emprendedorismo en Prisiones, www.pep.org ), es una organización que brinda apoyo y educación para ayudar a los internos de prisiones americanas a desarrollar negocios rentables y legítimos a su salida de la cárcel.

PEP vincula a los presos con ejecutivos, académicos y estudiantes de universidades de primera línea (Harvard y Stanford, entre ellas), que actúan como mentores, asesores y evaluadores de los planes de negocio.

En los tres años que lleva en funcionamiento el programa, más de 800 altos ejecutivos e inversionistas de riesgo han ayudado a desarrollar 40 nuevos negocios liderados por presos que han recuperado la libertad. El porcentaje de participantes del programa que retorna a prisión es de apenas el 3,7%, cuando el promedio para los EEUU es de más del 50%.

La exitosa iniciativa ya ha sido presentada en NBC, The Washington Post, The Wall Street Journal y The New York Times. PEP planea “graduar” a 1000 internos en los próximos 5 años y ayudar a la creación de 500 negocios rentables y legales.

500 negocios más, en este caso, equivalen a 500 ciudadanos integrados, 500 familias con el padre en libertad, quizás 500 chicos (o más) que se crían en un mejor hogar. Me gusta esa aritmética. ¿No valdrá la pena probar?