Lo que voy a contar aquí puede sonar extraño, lo sé. En realidad, es difícil imaginarse que algo así pueda tener lugar en el ámbito de las empresas.
Quiero aclarar, no obstante y antes de comenzar, que no es mi intención disfrazar esto de algo mágico o milagroso. Simplemente diré lo que es: altamente efectivo. ¿Porqué es efectivo? Bueno, hay varias explicaciones posibles, pero lo más importante es saber cómo funciona… y aplicarlo.
De lo que voy a hablar ahora es de aquello que desea con más fuerza cualquier persona de empresa. Quizás sea la clave más importante para cualquier negociación: conocer esto es contar con todas las ventajas.
¿De qué se trata? Déjame que te conteste con otra pregunta. Si pudieses elegir cualquier habilidad, cualquier capacidad para aplicar en los negocios, ¿cuál elegirías?
Específicamente hablando de negociaciones, de transacciones, de tratos con otra persona ¿qué capacidad querrías tener? O, si quieres, ponlo de este modo ¿qué te serviría más para cerrar un trato con otra persona?
Es posible que ya hayas adivinado. Muchas personas suelen contestarme con casi las mismas palabras: me gustaría saber qué está pensando la otra persona. Si sólo supiese qué está buscando, cuál es su estrategia, qué quiere de esta transacción, las cosas sería mucho más fáciles.
Por supuesto, esto es sólo un sueño, ya que en el curso de una negociación muchas veces se calla más de lo que se dice. Las partes esconden lo que piensan o, simplemente, no se toman la molestia de hacerlo explícito. Por diversas razones.
Pero, cuánto más fáciles serían las cosas si tuviésemos la capacidad de entrar en la mente de la otra persona. No para manipular o sacar provecho indebido, sino para orientar la negociación en el sentido correcto.
Sin embargo, aunque sea lamentable, no tenemos la capacidad de leer la mente. Salvo algunos pocos (y controversiales) casos, nadie puede decir que tiene la capacidad de saber lo que piensa otra persona. ¿No es así?
En realidad, no. No es así. Bajo ciertas condiciones y en ciertos ámbitos sí es posible “leer el pensamiento” de nuestra contraparte en una negociación. Casi como si estuviésemos dentro de su mente. ¡Qué ventaja sería eso! Bueno, en realidad es posible. Y lo mejor de todo es que funciona para beneficio no sólo del que sabe que está pensando el otro, sino para las dos partes.
¿Cómo puede ser posible esto? Bueno, les dije que suena extraño. Pero créanme, es muy sencillo. Es muy natural y, como las mejores cosas de la vida, cuando las descubrimos nos damos cuenta que las tuvimos siempre delante de los ojos.
De acuerdo, ya estuvo bien de suspenso. Te voy a contar de qué se trata. Lo vas a poder leer en un documento cuyo link te voy a pasar más abajo.
Quiero que entiendas, primero, que esto es sólo una aplicación a un ámbito específico de la actividad económica, pero que es en principio aplicable a cualquier otro sector. Se llama reconocimiento de patrones y es utilizado tanto en la práctica científica como en los juegos de ingenio que se utilizan para medir el coeficiente intelectual de una persona.
Se trata de descubir una regularidad (un patrón), que tiende a repetirse y que nos permite, por lo tanto, predecir que va a ocurrir nuevamente en el futuro.
Pero esto a ti no te interesa. Lo que sí seguro que te interesa es cómo puede serte útil en los negocios. Y eso es lo que puedes averiguar fácilmente en este documento. Es la introducción de un libro y te pido que vayas directamente a la página 15 para saber de qué estoy hablando. Allí vas a leer no sólo sobre el mecanismo básico para “leer la mente” de una persona, sino que verás un ejemplo práctico de cómo se usó (para bien, por supuesto).
Luego me cuentas qué te pareció.