El Código Garjajev: la web 2.0 está en nosotros

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El Código Garjajev: la web 2.0 está en nuestros genes

Eduardo Remolins

 “Los negros son menos inteligentes”, palabras más palabras menos, eso fue lo que dijo hace poco James Watson, Premio Nobel de Medicina en 1962, sin que se le moviera ni uno sólo de sus escasos y blancos cabellos. Previsiblemente, el mundo dió un brinco y la comunidad científica reaccionó rápidamente. La Federación de Científicos de los EEUU lo acusó de “promover prejuicios racistas, rencorosos y sin sustento científico”.

Pero el daño ya estaba hecho y no era un desconocido el que había hablado. Watson fue uno de los descubridores del ADN, ese cáliz mágico donde reposa la información que supuestamente da origen a todo lo que somos: desde nuestro coeficiente intelectual hasta nuestros hábitos más molestos. Si esa información es la que determina la inteligencia innata, la misma puede variar junto con el color de la piel, ¿no es así?

No necesariamente. ¿Qué pasaría si el ADN fuera “programable”? Es decir, si no fuera una especie de “libro de la vida” (o una memoria ROM), una secuencia informativa cerrada, sino algo más parecido a un “chip de la vida”, una base de información reprogramable, cambiante y flexible? El mundo sería un lugar mucho más agradable, sin duda. Menos rígido. La polémica que generó  Watson en el ocaso de su vida, lo explica perfectamente. El científico pertenece a una generación que endiosó los avances de la genética durante el siglo XX y se rindió mansamente, aunque con angustia, ante un mundo donde un ciego determinismo biológico tomaba la posta que había dejado vacante Dios, un par de siglos antes.

Sin embargo, quizás no sea la fe en Dios, ni las pastillas, las que nos salven esta vez de la angustia existencial, sino una serie de revolucionarias investigaciones científicas sobre el ADN. Sorprendente como pueda parecernos, hasta ahora la ciencia occidental sólo ha investigado el 5% del ADN humano, aquél que tiene la capacidad de producir las proteínas con las que construimos nuestros cuerpos. En un mundo férreamente materialista, ¿qué más podíamos querer saber? El resto (el 95%) es, se dijo, “ADN basura”.

Pero alguien decidió estudiar la “basura”… ¡y resultó que era programable! Pjotr Garjajev, físico y biólogo molecular ruso y miembro de la Academia Rusa de Ciencias, que lideró desde 1990 un estudio paralelo del Genoma Humano, descubrió que el 95% negado del ADN, no era un “sobrante  de la evolución”, sino que tenía una estructura lógica, una especie de sintaxis similar a la del lenguaje humano. Más importante, descubrió que esa lógica o sintaxis era susceptible de ser modificada por distintos medios y lo demostró en pruebas de laboratorio. En otras palabras, el 95% del ADN humano es reprogramable.

Y, aparentemente, es reprogramable porque, al igual que un chip de una computadora conectada en red, no almacena toda la información que necesita, sino que interacciona e intercambia datos con un pool o base de información más amplio. Sea la “conciencia colectiva” de Jung, el Akasha de la filosofía védica o el Dios de los cristianos, el asunto es que parece haber una “biblioteca universal” a la que todos accedemos y a la que todos aportamos. Todo acto creativo implica tomar de esa fuente y volver a aportar, dejando un elemento nuevo o uno viejo, ligeramente modificado. Estimados linuxeros y wikipedistas: ¿les suena conocido?

Según Garjajev y sus colegas, el lenguaje (los distintos lenguajes), podrían haberse desarrollado como una imitación del código que existe en el “ADN basura”, esa sintaxis misteriosa que llevamos en nuestros genes. Del mismo modo, quizás los procesos de creación intelectual y económica que asoman con más fuerza en el siglo XXI (web 2.0, wikinomics, open source software, etc.) son también una mímesis, una copia del proceso de interacción que nuestro ADN desarrolla rutinariamente con una fuente de información mayor. ¿La creación colaborativa estará en nuestros genes? Unos cuanto estudios parecerían apuntar en ese sentido.

Si es así, no sería de extrañar que lo que hemos visto hasta ahora sea apenas la primera página de un capítulo realmente gordo de la evolución social, económica y tecnológica del planeta. Todavía estamos en el precalentamiento.

Wikipedia fue una revolución, es cierto. Nunca más se hará una enciclopedia como se hacía antes. ¿Pero en cuántos campos se ha aplicado ya esta filosofía? Pocos. Linux es  otro perfecto ejemplo de creación colaborativa, pero ¿cómo desarrolla software la empresa promedio? Al viejo estilo, con la limitada base de conocimiento que le proporcionan sólo sus empleados. La web hierve de sitios de periodistas que, con su nombre o con seudónimo, vuelcan en sus blogs las noticias que no pueden o no quieren publicar en sus medios. Pero ¿cómo se siguen haciendo los noticieros actuales? Con una estructura jerárquica y vertical, que ordena un equipo limitado de periodistas-empleados. ¿Lo ven? El grueso del mundo aún funciona del viejo modo. Y eso es una buena noticia, porque lo mejor es lo que viene ahora.

Jimbo, el socialista.

No todo el mundo sabe que Jimmy “Jimbo” Wales, el creador de Wikipedia, es un confeso objetivista. Un objetivista es un seguidor de la filósofa y novelista americana Ayn Rand, uno de cuyos trabajos más importantes se titula: “La virtud del egoísmo”. Mucha gente no sabe que Jimbo es un partidario de esta acérrima individualista, no porque se esconda la información (está ahí, en su propia enciclopedia), sino posiblemente porque la visión que tienen de Wales choca frontalmente con esa información.

De hecho, Jimbo es llamado “el Mao de la Web” por el perfume colectivista que algunos detectan en Wikipedia. De hecho, él se divierte asistiendo a los eventos públicos vistiendo brillantes camisas rojas de seda con cuellos Mao. Sin embargo, se define en términos políticos como un libertario. ¿En qué quedamos?

En nada. En lo mismo. Es difícil definir, en los términos de un mundo que no terminamos aún de descubrir (que no terminamos de crear), qué significan las categorías ideológicas del siglo XIX. ¿Qué significan? No lo sé. Probablemente algo muy distinto de lo que significaban entonces.

No pretendo saber a ciencia cierta cómo definir ideológicamente la sociedad y la economía que se avecinan, pero confieso que intuyo algunas cosas:

1-      Que la libertad sigue siendo para nosotros tan importante como lo fue siempre, aunque ahora adquiera matices y connotaciones diferentes. Aunque ahora tengamos herramientas con las que antes ni soñábamos. Aunque la libertad signifique, algunas veces, libertad de expresión, y otras, libertad para elegir tu sistema operativo. Algunas veces la libertad que buscamos será no tener un empleo tradicional y otras contar nuestra vida en un blog.

2-      Crear sigue siendo tan importante como lo fue siempre, aunque ahora sea mucho más fácil. Es más fácil publicar un libro, vender una fotografía y mostrar un demo o un piloto en Europa. El acto creativo sigue siendo nuestra propia esencia, incluyendo la creación de dinero. Despojada de las luchas y la explotación que signaron la historia económica, acercada al acto vital de desarrollar la propia vocación, la creación de riqueza ya no se ve tan mal. Ya no es sospechosa. Se torna mucho más atractiva. Es sólo una faceta más de nuestra esencia.

3-      Crear no es un acto solitario. Si nunca lo fue, ahora menos que antes. Crear es un acto colaborativo, donde ganan todos. Y ahí están los negocios de la web 2.0 para demostrarlo. No es una utopía, es una factibilidad técnica. Siempre estuvo ahí, aunque ahora tiene más poder. Ahora es evidente. Ahora tenemos ejemplos… y tecnología.

4-      Crear colaborativamente es algo que llevamos en los genes, literalmente. El mundo (¿el universo?), funciona como un vasto pool de información que se configura y reconfigura todo el tiempo, con el aporte permanente de todos y, potencialmente al menos, para beneficio de todos. ¿Porqué deberíamos aspirar a menos?

5-      Lo que crea valor económico, lo que crea bienestar, lo que crea progreso, lo que crea oportunidades, es la información. La información a la que accedemos, la que modificamos y la que usamos. El centro de la economía y la organización social es la información, su producción y el uso de ella, simplemente porque la información es el corazón de todo lo que existe. La información es la que configura y produce las proteínas que forman tu cuerpo y la que determina el color de tus ojos. Y la información (cómo la obtengas, modifiques y uses), es también la que va a determinar tus ingresos. El que esté “adentro” será el que tenga acceso a la información y el que esté “afuera” será el que no pueda obtenerla. ¿Queda claro de qué manera ayudar al prójimo?

Entonces, ¿esto es socialismo, libertarianismo, capitalismo o qué? No lo sé, pero ¿hace falta saberlo? Lo que sí sospecho es que es que Garjajev y sus colegas, de forma inadvertida, rompieron el código y revelaron lo que nadie esperaba: la web 2.0 no es nueva. Siempre estuvo ahí. La llevamos en los genes.