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¿Cuánto hace falta planear?

No es que el planeamiento no sea importante, sino que el entorno se ha vuelto demasiado volátil. Sigue siendo importante apuntar, pero cuando el blanco se mueve permanentemente no podemos darnos el lujo de afinar demasiado la puntería.

Desde la edad de oro del planeamiento estratégico, allá por los 50, hasta hoy, ¿qué es lo que ha cambiado? El mundo. La economía es más volátil, la política es más volátil, los consumidores son más volátiles. Los gustos cambian y cada vez más rápido. Las economías cambian y pasan del auge a la peor recesión en pocos meses. Los países cambian de gobierno, de orientación y de regulaciones, con una velocidad asombrosa.

Con un entorno así, es más difícil planear.

Como dijo Tom Peters, a veces pasamos del “Preparen, Apunten, Disparen”, al “Disparen, Disparen, Disparen”.

¿Y qué significa esto? Que para acertar necesitamos más probar muchas veces, que planear cuidadosamente.

El límite para esto, obviamente, es la naturaleza y la envergadura del proyecto. La construcción de un nuevo hotel de lujo requiere de un planeamiento cuidadoso. Un proyecto de millones de dólares amerita pensar y calcular con cuidado. Un nuevo servicio web, quizás, no tanto.

Cuando el costo de experimentar se reduce a unos pocos miles y a un sitio beta en línea, ¿para qué demorar planeando tanto? Vale la pena probar y equivocarse rápido. El cliente nos va a decir rápidamente qué le gusta y qué no. No necesitamos estudios de mercado detallados. El mercado es nuestro estudio.

Es por eso que la web florece de innovaciones. No es tanto por la tecnología, que tiene su valor, obviamente, sino porque es barato experimentar. Es barato equivocarse.