Mi artículo de este domingo para La Capital y tema de la clínica del jueves 23 en Palace Garden:
Cómo vivir de la música
Eduardo Remolins
¿Qué pasaría si cada banda de rock que tiene, digamos, 3000 o 4000 seguidores, invitara a esos fans a ser socios en la grabación y venta de un CD? Digamos que se vendieran 5000 “acciones” de diez dólares cada una y que los fans pudieran comprar la cantidad que ellos quisieran, pero con una sóla acción tendrían derecho a recibir en su casa una copia de una edición limitada de ese nuevo CD. Y digamos también que los beneficios por la venta de las canciones se compartieran con ellos de acuerdo a la cantidad de “acciones” que tuviera cada fan.
Si eso fuese cierto, los límites de la industria musical se ampliarían sensiblemente, sin duda, porque miles de bandas que no tienen la posibilidad de acceder a un contrato con una discográfica, pero sí tienen algunos miles de fieles seguidores, podrían grabar y vender su material. En pocas palabras: los fans dejarían de pedir autógrafos y pasarían a ser productores de sus ídolos.
En realidad, no hace falta imaginarse todo esto porque ya existe. Lo hace www.sellaband.com una empresa creada para acercar a la industria discográfica a los talentos escondidos que aún no han llegado, o no llegarán nunca, a los top ten de las principales radios de Europa y EEUU.
Sellaband ofrece la producción y grabación de un CD en un estudio profesional a quienes hayan llegado a reunir US$50.000 con los “votos-inversiones” de sus fans. Las ganancias del negocio de venta de canciones en Internet se reparte en partes iguales para la empresa, la banda y los fans.
Ya hay más de 4.800 bandas o artistas que han firmado con la empresa y cuyos demos pueden ser escuchados en el sitio, de manera que cualquiera puede actuar como un cazatalentos y apostar al próximo Coldplay o Maroon 5, ayudándolo a grabar y luego promoviéndolo a los cuatro vientos para participar de los resultados económicos. Para un fan, es indudablemente un sueño poder impulsar a su artista favorito. Para un melómano cualquiera, es el sueño de poder actuar como productor musical, ¡y por diez dólares!