Esto que te voy a explicar es la clave para usar correctamente la inteligencia artificial. Para ponerla a tu servicio.
Pero para explicártelo te cuento una breve historia primero.
Alexander Grothendieck era un matemático al que no se le daban bien los números.
Una vez en una conversación con otro matemático le pidieron que eligiera un número primo al azar.
Los números primos son los que son sólo divisibles por 1 y por sí mismos (2,3,5,7,11…).
Grothendiek dijo: “Ok, el 57”… pero ese número no es primo.
El pifie se hizo tan famoso que los matemáticos bautizaron al 57 “el primo de Grothendieck” para tomarle el pelo.
Este concepto de “matemáticos a los que no se le dan bien los números” se lo escuché justamente a un matemático, Eduardo Saenz de Cabezón, que usó la anécdota como un ejemplo y me sorprendió mucho.
¿Se puede ser un matemático (incluso uno genial) y que “no se te den bien los números”?
La pregunta tiene trampa.
Lógicamente a lo que se refiere es a que no es necesario que a un matemático se le den bien los cálculos mentales.
Muchos son brillantes en abstracto, pero no muy buenos para pensar “en concreto”.
Algo parecido está comenzando a ocurrir en casi todos los ámbitos profesionales.
¿A qué me refiero?
A que hemos inventado las calculadoras para todo.
Saenz dice que si tiene que hacer una raiz cuadrada, obviamente usa una calculadora.
Y si tiene que dividir por dos cifras también.
Es natural.
Ahora bien, hoy si un programador necesita escribir líneas de código en Python, digamos, es bastante probable que se las haga escribir a ChatGPT.
Es casi seguro que lo hará más rápido y quizás mejor.
La IA ha pasado a ser su calculadora.
Y si un consultor de marketing quiere buscar un nombre para un producto es probable también que el brainstorming se lo pida a la IA.
¿Y los logos?
¿Y las ilustraciones?
¿Y el menú de un restaurante?
¿Y los planos de una casa?
Todos trabajos diferentes de profesiones diferentes.
¿Con qué estamos comenzando a hacerlos?
Con IA.
A que voy con esto…
A que, como los matemáticos, para ser buenos en algo ya no tenemos necesidad de “ser buenos con los números”.
Todos tenemos ya nuestras “calculadoras” para que nos hagan el trabajo que quizás no se nos daba tan bien.
O si se nos daba, pero esto nos conviene más porque es más rápido y nos aumenta la productividad.
¿A qué nos dedicaremos entonces?
¿Cuál será nuestro trabajo de ahora en más?
Haremos como los matemáticos, nos especializaremos en aquellas cosas que la IA no puede hacer.
Seremos los que usan la calculadora… para hacer mejor nuestro trabajo.
Seremos como Grothendieck, pero no nos tomarán el pelo.