Siempre me llamó la atención que un gran porcentaje de empresarios se lamentan de que sus empleados no tienen el mismo grado de compromiso o proactividad en la empresa que ellos mismos.
Me sorprendió siempre porque parecen no tener en cuenta que los motivos para que esos empleados se sientan comprometidos o motivados simplemente no existen. Al menos en un buen porcentaje de casos.
Lo que esas personas parecen pasar por alto es que el compromiso, como la confianza y la lealtad, son caminos de doble vía. Y que el primero paso a menudo nos toca darlo a nosotros.
Cuando en un equipo uno demuestra con hechos, no con palabras, que tiene un compromiso con el crecimiento y las oportunidades de cada miembro, la respuesta no falla nunca en llegar.
Algunos reaccionarán antes y otros después. Pero habrá una respuesta, eso seguro.
No tiene sentido tratar a una persona como un objeto, manipularla o no valorarla, y pretender que esa persona esté comprometida con nosotros o con nuestra empresa. Simplemente no tiene lógica. Y sin embargo, eso es lo que se ve todos los días.
Para tener un equipo comprometido, primero hay que comprometerse con el equipo.