“Puede que esté empezando a leer este texto porque piensa que vive rodeado de incompetentes. Y seguro que es cierto. Pero tenga también presente desde el inicio que en esta historia usted es el incompetente principal”. Así escribe Gabriel Ginebra, como un Mike Tyson de la palabra, golpes cortos pero demoledores. Por si estabas distraído…
Gabriel es profesor de la Universidad Abat Oliba y autor de Gestión de Incompetentes, libro al que corresponde la cita, editado por Libros de Cabecera. La tesis central es que todos somos en alguna medida incompetentes, que esos son “los bueyes con los que aramos”. La idea es entonces aprender a manejar del mejor modo posible nuestras capacidades y las de los empleados de la empresa, reconociendo de entrada que todos estamos lejos de los estereotipos que se han creado para los hombres y mujeres de empresa.
Gestión de Incompetentes está divido en tres partes. La primera nos ayuda a reconocer la incompentencia, comenzando por nosotros mismos. La segunda, nos enseña a diagnosticar las incompetencias, con una galería de personajes o tipos de incompetentes y un modelo algorítmico que enseña a lidiar con esos problemas, desde los más sencillos que es preferible dejar pasar, hasta los más graves que culminan en la posibilidad de despido. Finalmente, la tercera parte presenta cómo tratar la incompetencia, una serie de herramientas prácticas de gestión de personas.
En realidad, a poco que uno se adentra en este texto de título provocador, se da cuenta que en la analogía boxística Ginebra no debería ser comparado con Tyson, es más bien Sugar Ray Leonard: sabe golpear fuerte cuando el momento lo amerita, pero no es un noqueador. La mayor parte del tiempo se maneja con técnica depurada, conoce muy bien el oficio y sabe dar espectáculo.
¿Y qué es dar espectáculo en un libro de negocios? Simple (y muy difícil, a la vez), es escribir algo relevante y útil, pero de modo entretenido. Ese equilibrio entre contenido y forma es un arte no suficientemente reconocido aún. A veces se corre el riesgo de parecer menos riguroso o de decir algo menos importante por hacerlo de manera amena, a pesar de que es más difícil. Requiere más trabajo y más creatividad.
Ginebra, por ejemplo, propone un libro práctico sobre la gestión de personas (sobre “el arte de mandar” diría él), presentando un modelo que resume una tipología de problemas que se suelen enfrentar en las organizaciones con respecto al comportamiento de los individuos, pero lo hace salpicando el texto de anécdotas, ejemplos en los que “la realidad supera a la ficción”, ilustrando ideas con escenas de películas famosas o incluso intercalando citas de Dilbert, la tira de Scott Adams. Como se imagina cualquiera que me conozca, este es exactamente el tipo de libro que más me gusta. ¿Por qué aprender algo valioso y riguroso tiene que ser aburrido? ¿Cuando alguien hace una broma o cita una tira cómica, se transforma por eso en menos “serio” o el contenido en menos valioso? Léanlo y verán
Un punto más que hace que sea un placer leerlo, Gabriel tiene otra virtud no tan común: “cruzar” campos. Para ilustrar cómo resolver un conflicto de oficina o cómo lidiar con un empleado problemático, puede citarte a Aristóteles, Marco Aurelio, Tomás de Aquino o Johan Cruyff. Sabe que a los curiosos nos encanta conocer los criterios utilizados por los cardenales en la elección de un papa tanto como las técnicas para fabricar espacios en ataque cuando se tiene un tiro de esquina a favor.
Cuando se mezcla la erudición con el desenfado, ¡el resultado es excelente!