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Casas a Pedido

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El adelanto de mi columna del domingo en La Capital

Casas a pedido

Eduardo Remolins

“Todo el mundo tiene un precio”. La frase siempre me sonó desagradable e incorrecta. Sin embargo, reconozco que aplicada a bienes, no a personas, tiene mucho más sentido. Puede que no se aplique al 100% de los casos, pero se aproxima más. Quizás no vendamos ese reloj antiguo que es un recuerdo del abuelo Ricardo, pero otras cosas podrían estar a la venta, si nos ofreciesen el precio correcto.

Una amiga que trabaja en un elegante barrio privado me comentó que no es extraño escuchar que algún residente, que no tiene su casa en venta, se interese por las ofertas que puedan hacerle llegar. “Si te preguntan si mi casa está en venta, preguntales cuánto ofrecen”.

Este punto de vista es el que pretende aprovechar el banco holandés ING para inyectar algo de entusiasmo en el alicaído mercado inmobiliario holandés. A fines de febrero el gigante financiero se asoció con la inmobiliaria virtual iBlue ( www.iblue.nl ) para lanzar la iniciativa WoonWaarUWilt ( www.woonwaaruwilt.nl ) o “Viva donde quiera”, destinada a facilitar la compra de inmuebles que no están a la venta.

Luego de llenar un formulario en el sitio web consignando el inmueble deseado y el precio que estaría dispuesto a ofrecer, el cliente se reúne con oficiales del banco y con un experto en hipotecas, quienes analizan si la oferta es razonable y si el cliente tiene capacidad financiera para afrontarla.

Superado este paso la empresa se contacta con los dueños del inmueble para hacerle llegar la oferta, el nombre del interesado y su calificación crediticia, así como la disposición del banco a financiar la operación.

Esta forma de hacer negocios forma parte de lo que se ha llamado la “economía de la intención” y que se crea alrededor de personas que tienen el dinero y la voluntad de comprar un producto determinado. El “vendedor” no hace más que preguntar qué es lo que el cliente quiere y sale a buscarlo. Muy distinto a tener un conjunto de productos y “empujar” a través de la publicidad para que los clientes lo compren. A fin de cuentas el mercado sólo existe para satisfacer necesidades y deseos.