Amancio Ortega es al mismo tiempo un empresario fascinante y el más difícil para escribir sobre él. Es una persona modesta y reservada hasta límites poco comunes. Al menos para alguien que acaba de ser mencionado por Forbes como la segunda persona más rica del mundo.
Y sin embargo…. esa es justamente la razón por la que es casi inevitable querer saber más de él y de su forma de ver los negocios y la vida. Cuando alguien tiene mucho éxito y al mismo tiempo mucho equilibrio para hablar de él, se vuelve una persona muy interesante. Especialmente para un emprendedor.
De las pocas frases que Ortega ha soltado con cuentagotas, creo que estas cinco son las más importantes. Especialmente la primera.
1.”Si he ganado tanto dinero ha sido porque mi objetivo no ha sido nunca ganar dinero.”
Esta es la frase que seguramente más se presta a ironías y desconfianzas, aunque para mi es absolutamente sincera. Es simplemente otra persona que dice algo real aunque sea difícil de creer. Cuando uno disfruta lo que hace y se aplica a ello, cuando disfruta el proceso tratando de mejorarlo todos los días, los resultados llegan. Inevitablemente. El trabajo, el perfeccionismo, el enfoque, la energía puesta en el trabajo, son el resultado natural del gusto que tenemos por esa tarea.
Por eso tantas personas de negocio destacan que trabajan mucho, pero a veces agregan “me cuesta llamar a esto trabajo”.
El problema es que dada la forma como nos educan, es más fácil que aceptemos que todo se logra “con sacrificio”, que creamos que trabajar mucho, para el que disfruta haciéndolo, no es ningún sacrificio. Este es el secreto que muchas personas exitosas no se atreven a decir, simplemente porque no les creerían o porque la reacción sería negativa.
2. “Los resultados no son tan importantes, nunca los miro. Si acaso, al cabo de tres o cuatro meses, Pablo (Isla, el consejero delegado), me los enseña. Lo que hacemos es innovar y no mirar los resultados.”
Esta frase está muy en la línea de la anterior. Es común que una persona (especialmente cuando tiene un perfil de innovador), se desentienda un poco de los aspectos financieros y mantenga su enfoque en la innovación, en el desarrollo y mejora de productos y empresas.
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Richard Branson, por ejemplo, bromea a menudo con que ya era un multimillonario y no podía entender la diferencia entre “neto” y “bruto”.
Esto no significa que las finanzas no sean importantes para la empresa, lo son y ninguna persona exitosa lo ignora, simplemente entienden cuál es “su juego” y se apegan a él, obteniendo ayuda y delegando en otras personas, esas funciones tan importantes.
Es una cuestión de foco y de conocerse.
3. “No podemos fallar. El producto tiene que ser acertado.”
No llama la atención que un perfil innovador ponga al producto en un lugar tan importante. Jamás se vio que Steve Jobs se preocupara mucho de los ingresos de la compañía (aunque sean evidentemente importantes), pero sí que se aplicó con toda su alma a que los productos fueran los mejores. Y lo hizo con un nivel de obsesión y perfeccionismo del que aún hoy se habla.
(A propósito, en este viejo artículo de El Mundo también se los comparaba por la forma en que anunciaron su retiro)
Para un innovador el centro es el producto, la empresa y su estrategia. El resto gira alrededor de ellos.
Ortega también habla del perfeccionismo y repite que siempre se puede mejorar. Todos los días. Incluso llega a decir que “el optimismo no es bueno”, para referirse al conformismo que anestesia el deseo de mejorar.
4. “Delegaba lo que no me gustaba, los temas fiscales, de finanzas y de recursos humanos. Y me involucraba en lo que me gustaba, la distribución y el producto.”
Si no nos gusta ocuparnos de las finanzas o los impuestos, es evidente que tenemos que delegar esas funciones. Mientras tengamos en claro esto, la empresa no pierde nada. Sólo gana que la persona mejor dotada para tarea esté a cargo de ella y que cada uno se concentre en eso que mejor sabe hacer.
Lo cual, por supuesto, está relacionado con la última frase.
5. “Dar autonomía real a las personas es clave. Damos autonomía cien por cien a todo el mundo. Un control anual y punto, eso es lo que me gustaría que me hicieran a mí.”
No se puede delegar efectivamente si no se da autonomía. “Me cuesta delegar”, dicen algunas personas. Eso es porque mantienen el pensamiento de que nadie podría hacer esa tarea mejor que ellos.
Esto sucede a veces con los perfiles innovadores: “Nadie hace las cosas como yo”. Pero no con los que se conocen, tanto en sus fortalezas como en sus debilidades. Delegar, cuando uno conoce no sólo lo que es su debilidad, sino lo que NO le gusta, es una liberación. Es la libertad que te permite hacer eso que sí te gusta, al tiempo que mejora la eficiencia de toda la empresa.