¿Podemos seguir creciendo?

Es la pregunta que con más frecuencia escucho: “¿te parece que seguiremos creciendo?”. A las palabras las acompaña una expresión anhelante, como la de quien quiere creer, pero no termina de convencerse. ¿Cuándo vendrá la próxima crisis? Mejor estar preparados.

La economía crece. Estamos mejor, pero ¿lo seguiremos estando? El asunto no es discernir si nuestro famoso ciclo “una crisis cada diez años” justifica los miedos y la reticencia a entusiasmarse. Lo que me intriga es porqué nos preguntamos sobre el futuro como si no tuviéramos nada que ver con el resultado. ¿Los dioses nos serán propicios? ¿Soplará viento a favor? ¿La soja seguirá con buen precio? ¿Los chinos nos seguirán comprando?

Diez años atrás, para encontrar un turista extranjero caminando por Buenos Aires, había que tener suerte. Hoy Galerías Pacífico es una sucursal de las Naciones Unidas. Si hasta en Rosario se pueden ver alemanes en bicicleta, (aunque sólo en algunos días de sol).

Diez años atrás mirábamos con envidia como Chile exportaba a EEUU frutas de alto valor, como los “berries”, aprovechando la contraestación. Hoy la estrella americana para la producción de arándanos (“blueberries”) es Concordia, no el sur de Chile. Pero eso no es todo, las explotaciones locales son bastante más eficientes que las norteamericanas y de las plantas utilizadas muchas se producen en Argentina a partir de lo que se conoce como micropropagación, una suerte de clonación de vegetales.

Diez años atrás no sabíamos lo que era un call center. Hoy, sólo en Córdoba, hay 15.000 empleos en empresas de ese sector, que exportan servicios a todo el mundo.

Las oportunidades (y los emprendedores que las aprovechan), aparecen a cada paso. Y aún no hemos hecho casi nada por ayudarlos. Todas las posibilidades están abiertas. ¿Cómo podemos tenerlo miedo al futuro?

A veces desanima escuchar esa pregunta: “¿seguiremos creciendo?”. Duele pensar que a gente creativa, laboriosa, inquieta e ingeniosa, le cueste creer en sus propias capacidades. Podría citar de memoria veinte ejemplos como los anteriores, a cuál más impresionante. ¿Por qué queremos escudriñar el futuro como si fuera un capricho del destino, en lugar de nuestra propia creación?

Si, esa bendita pregunta me desanima. Pero sólo hasta que escucho o leo que alguien me dice que comenzó una empresa por tal o cuál conferencia que escuchó o artículo que leyó. Quizás alguna de estas columnas. O cuando algún grupo empresario o sector económico reconoce las capacidades que tiene y las oportunidades que enfrenta y actúa en consecuencia. Entonces entiendo de qué trabajo: de hacerles recordar a los que pueden (crear, producir, progresar), pero lo han olvidado, que pueden hacerlo.

Sospecho que, en el fondo, todos lo saben. Todos sabemos de lo que somos capaces, sólo lo hemos olvidado. Somos capaces de seguir creciendo. Depende de nosotros.

eremolins@surnorte.org.ar

Publicado en La Capital