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Cuándo conviene vender la empresa

(esta es la columna que escribí para la revista PyMEs de este mes)

Vender la empresa no es algo malo

 

Cada cultura tiene sus particularidades para hacer negocios. Vender una empresa, por ejemplo, o incorporar un inversor, no siempre es visto como algo positivo en estas latitudes.

Los motivos pueden ser varios, entre ellos la sensación de que la venta involucra algún tipo de fracaso o pérdida (en los casos de ventas parciales), de la capacidad de control de “mi” empresa.

Sin embargo, existen muchos casos en los que la venta parcial o total de la empresa no sólo no es negativa, sino que puede ser considerada un éxito.

El caso típico es el del emprendedor “a la americana” que crea la empresa desde el comienzo con el expreso propósito de venderla en sucesivas rondas de capitalización, hasta que su participación se reduce a cero. En estos casos (que incluyen la salida a la bolsa), lo que prima es el objetivo de crear una empresa grande, un éxito rotundo que necesita contar con el respaldo financiero y de gestión de distintos socios en distintas etapas, como inversores profesionales, bancos, fondos de inversión y otras compañías. El ejemplo más frecuente de este caso son las grandes compañías de Internet y de tecnología de EEUU, como Skype, eBay, Google, etc.

Sin embargo, hay otros casos menos glamorosos en los que aceptar un inversor en la empresa no es necesariamente una capitulación o un fracaso. Estas son algunas razones para vender total o parcialmente la empresa:

1-      Es necesario realizar sustantivas inversiones para producir o comercializar más y no es posible o conveniente tomar deuda. En estos casos lo que debo tomar en cuenta es si el “salto” o crecimiento de la empresa compensará la menor participación accionaria con que contaré. Es decir, tendré menos porciones, pero de una torta mucho más grande.

2-      El nuevo socio o inversor dispone de una tecnología, marca o canal de comercialización que es esencial para el crecimiento de la empresa. En algunos casos, la negativa a aceptar inversiones o incorporaciones accionarias puede poner en riesgo la empresa misma porque su tecnología puede quedar obsoleta o no cuenta con los recursos adecuados para llegar a sus clientes. Este ha sido el caso de muchas empresas “de cemento y ladrillos”, que han comprado compañías de Internet que vendían con éxito los mismos productos, pero en la web.

3-       La empresa ha encontrado un tope o techo en su crecimiento, que no es posible superar sino es como parte de una empresa mayor. En ocasiones esto se presenta como resultado de la falta de experiencia gerencial de los dueños-fundadores o de que sus capacidades, adecuadas para los primeros años de la empresa, se vuelven una limitación cuando la empresa crece mucho. Este fue el caso de empresas como The Body Shop (la empresa de cosmética natural), que fue primero puesta en manos de un equipo de gerentes profesionales por su dueña (Anita Roddick) y luego fue vendida a un gigante del sector como L´Oreal.

En situaciones como la del punto tres tienen un peso especial las consideraciones personales. No es sólo las capacidades que tiene el emprendedor para dirigir su empresa, sino el tipo de vida que quiere tener o sus preferencias personales. A veces la venta (en capitalizaciones sucesivas), de la empresa obedece tanto a consideraciones empresarias como a una decisión conciente de dueños que se apartan gradualmente  de su creación (su empresa) para emprender caminos diferentes o crear nuevas empresas.